sábado, 18 de octubre de 2014

Errare humanum est.


De aquí al infierno a pasos de gigante, por todas esas promesas que nunca cumplí, por todas esas llamadas que nunca contesté, por todos esos abrazos que nunca devolví, por cada lágrima que no limpié, por cada risa en momentos inoportunos, por cada cosa que hice mal, por cada vez que discutí con alguien sabiendo que yo no tenía la razón, por cada te quiero fuera de lugar, por cada te amo que no sentí, por cada beso que no debí dar, por cada persona a la que fallé, por las veces que desobedecí a mis padres, por todas esas veces que no hice mis deberes, y por ser persona.

lunes, 25 de agosto de 2014

Arriesgaste, apostaste y perdiste.

Saltos, gritos, gemidos,
una cama,
dos cuerpos, el tuyo y el mío,
sudando, mojados, desnudos,
unidos, enganchados,
hablando en braille, jugando a contar lunares, dejando huella y un "ya nos veremos".

Me buscas, te busco, nos buscamos.
Tú no estás, yo tampoco, no nos encontramos.
Una llamada, nadie contesta.
Un WhatsApp, nunca llega.
Golpes a una puerta, es tarde.

Te has marchado.
Me he marchado.

Tú estás lejos.
Yo estoy lejos.

Te fuiste, nunca volvíste, te perdiste, desapareciste.
Yo hice lo mismo, me perdí, desaparecí, aunque no fui más allá de mi propia cabeza.
Porque el que no arriesga, no gana, pero si arriesgas también puedes perder.


miércoles, 4 de junio de 2014

Sino.

Son las 15:00h. Suena el teléfono. Una voz tanto extraña como conocida te da una dirección. Te vistes, te arreglas y sales al lugar indicado. Vaya, un viejo amigo tuyo, tiene algo que darte. Un papel blanco metido en un sobre. Dice ser una carta. Se va, puesto que tiene prisa. Guardas el sobre en aquel bolso marrón de cuero que siempre llevas. Llegas a casa. Te encierras en la habitación. Sacas la carta del bolso y la abres cuidadosamente. Lees...

"Eh, tú, ¿te acuerdas de mí?

Soy aquel que siempre te esperaba a la salida de clase para acompañarte a casa porque decías que te daba miedo ir sola por la calle.
El mismo que podía estar hasta altas horas de la madrugada consolándote por WhatsApp y subiéndote la autoestima, ya que tú de eso tenías poco.
Ese que nada más mirarte a los ojos sabía si estabas bien o si estabas mal.
El que se dejaba la vida y la piel para conseguir iluminar tu risa.

Y dime, ¿te acuerdas de mí?"

sábado, 1 de febrero de 2014

sábado, 4 de enero de 2014

Mi realidad no me abandona.

Necesito cuatro días de soledad, cuatro días para aclararme, para saber qué hacer respecto a todo. No tengo claro, en verdad, ni si quiero pensar, solo sé que lo necesito y punto. Y ahora, simplemente escribo lo que se me viene a la mente, sí, eso. Tal vez esto no tenga sentido, que me pare a leerlo y no lo entienda, pero me da igual, ¿qué tiene de malo escribir? Que yo sepa, NADA. Solo quiero decir que echo de menos ser como antes, esa niña tonta que no paraba de reír, que se pasaba el día con una sonrisa en la cara y que sabía controlar sus problemas. Eso ha quedado atrás, las risas, y han llegado los llantos, apoderándose de mí. Llantos incallables, que me ahogan como si estuviera en un pozo sin poder salir, sin una cuerda o unas escaleras que me dieran la libertad y la calma que busco. Todo es oscuro, no hay luz, ni una pizca, ni una pequeña luciérnaga se acerca, como si yo estuviera recubierta de insecticida. Nada, no hay nada. Y doy pasos de gigante hacia un callejón sin salida, en el que me esperan simplemente cosas desagradables, y si tengo contacto con ellas no habrá vuelta atrás.