jueves, 29 de enero de 2015

Es más fuerte quien más sonríe.

Nació en un mal lugar, en una mala época. La pobreza se apoderaba de su familia, apenas tenían pan para llevarse a la boca, ni agua potable. Su madre murió de cáncer, su padre era alcohólico y no se hacía cargo ni de él ni de sus hermanos. Le quitaron la custodia y los niños ingresaron en un centro. Una familia adoptiva se hizo cargo de ellos. Todo parecía que iba a ir bien, pero no fue así. Les abandonaron. Su hermano murió de hambre y frío en la calle. Él se buscó la vida como pudo: por el día husmeaba en los contenedores más cercanos para encontrar comida y, por la noche, dormía entre cartones.

Ahora, años más tarde, tiene una vida decente. Vive solo en un pisucho de periferia con un perro. También le acompaña una sonrisa. Una sonrisa que no se le borra ni mientras duerme.

Y pensarás... ¿por qué está tan feliz después de todo lo que le ha tocado pasar?
Resulta que, lo que no te mata, te hace más fuerte, y este chico se ha hecho muy fuerte. Y de ahí su sonrisa, de su gran fuerza, que si el mundo te jode, destrozale tú a él con tu sonrisa. Me atrevo a decir que las personas que peor lo han pasado en su vida son las que más sonríen, y en este caso está más que demostrado.

Que no hay nada mejor que ver a alguien sonreír, joder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario