martes, 12 de abril de 2016

Tus ojos.

Dicen que los ojos a veces dicen más que las palabras.
Tus ojos, joder, tus ojos.
Tus ojos hablan por sí solos.
Ellos tienen vida propia, ellos bailan con tu lluvia.


A veces, cuando me miras, me piden ayuda.
Me dicen que te salve, que te saque de aquí.
Están cansados de que los dejes perdidos en un punto fijo.
Ellos quieren verme a mí, ellos quieren que te haga sonreír.



Y es que, ellos saben que, cuando estamos juntos todo cambia.
De repente se iluminan y tu sonrisa vuela por toda la habitación.
Saben que soy el antídoto para todas tus penas, y tú también lo sabes.

Así que déjame, déjame ayudarte.
Deja que te saque de toda esta mierda.
Deja que nos perdamos juntos.
Deja que brillen cada vez que te miro.
Deja que descansen cada vez que nos besemos.
Deja que te demuestre que estoy aquí para ti, que no necesito a nadie más, que solo te quiero a ti.

Sé que no va a ser fácil, pero te juro,
en serio,
te juro,
que aunque me cueste la vida,
tus ojos van a gritar de felicidad.
Te lo juro.

martes, 15 de marzo de 2016

Rota.

Hace tiempo que llegué a la conclusión de que estoy desperdiciando mi vida, que estoy perdiendo el tiempo.
El tiempo es algo muy valioso para alguien que tiene ganas de hacer cosas constantemente, que busca cualquier hueco que tenga para hacer lo que más le guste, que quiere comerse el mundo, quiere crecer como persona, quiere dar amor a sus seres queridos, echarse unas risas con sus mejores amigos, tener un trabajo, una casa, una familia, algo por lo que luchar, unos motivos para seguir adelante.
Y luego estoy yo.
A mí, el tiempo no me sirve para nada más que para amargarme. El tiempo no es nada valioso para mí porque hace meses que perdí la ilusión por todo, la esperanza y las ganas de seguir.
Me encuentro frente a una pantalla, encerrada en mi habitación y metida en la cama a las ocho y media de la tarde, escribiendo a vete a saber quién cómo me siento.
Y esto es solamente un breve resumen, podría hacerlo tan extenso como quisiera, pero no merece la pena.

Me he dado cuenta de que todos en la vida debemos pasar página alguna vez, pero en mi caso es la página quien me está pasando a mí. Vivo en un estancamiento continuo de sensaciones, pensamientos y problemas a los que no le veo una solución rápida y cercana. Me siento como si estuviera dentro de un pozo totalmente oscuro y al mirar hacia arriba no existiera una salida. Y aquí dentro cada vez sube más el agua y yo no puedo hacer nada ni por evitarlo ni para salir. Alguien podría tirarme una cuerda y sacarme de ahí, pero claro, no hay nadie, no tengo a nadie. Nadie que se preocupe por mí, que me apoye o que me cuide. Estoy rodeada de soledad. Una soledad fría, triste.
Me fallan las fuerzas, he perdido la voluntad, no soy yo. Me siento débil, cansada, muerta.
Pero en lo más profundo de mí tengo ganas de una sola cosa. De salir de esto. De volver a ser quien era antes, una persona con la sonrisa en la cara las 24 horas, que le encantaba estar con sus amigos o su familia y que no lo evitaba como ahora. Quiero volver a tener ganas de luchar y ganas de vivir, tener aunque sea una única ilusión y que eso sea lo que me ayude a continuar. Quiero olvidar todo lo que me atormenta y quiero superar otras cuantas cosas. Quiero respirar. Necesito salir. Ayúdame, por favor.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Siempre y nunca, por igual.

Una y mil son las veces que me planto frente a tus fotografías intentando no llorar, esperando a que mi cabeza diga "lo he superado". Mil y una las veces que acabo llorando frente a ellas pensando un "no puede ser".
No puede ser que ya no estés aquí, que te haya perdido para siempre.
Todos los días te recuerdo, siento el tacto de tus manos cuando me tocabas la cara, y el de tus labios cuando me besabas la frente. Después de eso, me mirabas a los ojos y me sonreías. Te ibas, y yo también, pero no nos importaba porque sabíamos que nos volveríamos a ver en cualquier momento.
También recuerdo tu olor. Era un olor peculiar, un olor que solo tenías tú y que jamás en la vida he sentido un olor que se pareciera al tuyo.
No se me olvida, igual que no se me olvida cuánto te quería aunque no te lo dijera nunca. Pero aún te quiero, y te querré siempre.
Porque fuiste una de las personas más importantes de mi vida, y aunque ya no estés lo sigues siendo. El destino te quitó de mi camino sin poder evitarlo, pero créeme que me hubiera gustado haber conseguido un poco más de tiempo contigo antes de que te marcharas para siempre.
Una cosa tengo clara a día de hoy, y es que...

Si fueras mi lucha, nunca te perdería.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Miedo.

La vida y la muerte. ¿A cuál tienes más miedo?

En la vida, casi todo son obstáculos, preguntas sin respuesta, dudas, idas y venidas.
Personas que te traicionan, que simplemente se van (a veces sin motivo alguno) o te la clavan por la espalda.
Lágrimas, paquetes de pañuelos gastados uno tras otro cuando algo nos duele de verdad.
Enfermedades, algunas incurables, que casi son peores cuando cogen a alguien que quieres que cuando te cogen a ti mismo.

Se dice que estas cosas pasan para hacernos más fuertes, pero, en cambio, muchas consiguen que nos debilitemos, que pasemos a ver el vaso medio vacío, que nuestro gris permanente se vuelva negro.

La muerte, esa gran incógnita de la vida (la vida, qué irónico), la cual nadie sabe despejar. No sabes qué hay después, no sabes cómo llegarás a ella, no sabes si sufrirás, y si sufres, tampoco cuánto. Dejarás de ver a todas las personas que amas, dejarás de tocarlas, de sentirlas, de hablarlas. De reír con ellas, de contarle tus historias, tus motivaciones, tus deseos. Todo eso se acabará para siempre.

Y dime, ¿a cuál tienes más miedo?

miércoles, 27 de mayo de 2015

Ego valeo si vales bene est.

Me he marchado hace unas semanas y no puedo volver. Aquí estoy mucho mejor. Hay una paz increíble. Está todo oscuro, no se oye absolutamente nada, y puedo respirar con tranquilidad.
Pero no estés triste, en el fondo sabes que siempre estaré contigo. No llores, te prometo que estoy bien. Y por favor, sonríe aunque no quieras.

Tal vez no me fui en el mejor momento, pero sabías que lo estaba pasando mal, que todo se me venía encima, y que no podría soportarlo por mucho tiempo más.

Créeme, esto ha sido lo mejor, aunque echo de menos tocar tu piel y sentir tu perfume, pero recuerda, estaré dentro de ti siempre. Siempre.

Ya no.

Me enciendes y me apagas, como si quisieras fumarme pero sabiendo que no debes. 
Día tras día me buscas en tus ruinas, en medio de mil escombros, pensando que quizá estoy por ahí escondida, entre las piedras de tu templo. 


Y no, no estoy, no estaré nunca más, pero sí que estuve. 
Estuve en ti toda la vida hasta que me descubriste y sonreíste, pero ya no. 


Ya no sonríes, pero me buscas. 
Ya no me fumas, pero tienes mono. 
Ya no estoy, pero estuve.

sábado, 28 de febrero de 2015

Complementarios.

Y te marchitas
como una rosa en el jardín.
Y te pierdes
como un perro en la estación.
Y sonríes
como si estuvieras cuerdo.
Y te quemas
como una cerilla puesta del revés.

Y sufres si ella sufre.
Y ríes si ella ríe.
Si ella está mal, tú peor.
Si está bien, tú el doble.



Si la ves bailar cuando escucha su canción preferida
piensas que está loca,
esa locura que necesitas para sentir que estás vivo.

Si la ves llorar cuando ve una película de amor
piensas que es sensible,
lo que te impulsa a abrazarla como si no hubiera mañana.


Y después de eso piensas
"qué bonita es mi vida desde que tú estás en ella".

jueves, 29 de enero de 2015

Solo cicatrices.

Y dices,
que solo son cicatrices,
pero bajo esas cicatrices
se esconde un horrible pasado.

Y yo,
dispuesta a todo,
quiero besar esas cicatrices
y borrarlas de tu piel.

Y sé que,
no hay mejores besos
que los míos
para curar tanto daño que has sufrido.

Es más fuerte quien más sonríe.

Nació en un mal lugar, en una mala época. La pobreza se apoderaba de su familia, apenas tenían pan para llevarse a la boca, ni agua potable. Su madre murió de cáncer, su padre era alcohólico y no se hacía cargo ni de él ni de sus hermanos. Le quitaron la custodia y los niños ingresaron en un centro. Una familia adoptiva se hizo cargo de ellos. Todo parecía que iba a ir bien, pero no fue así. Les abandonaron. Su hermano murió de hambre y frío en la calle. Él se buscó la vida como pudo: por el día husmeaba en los contenedores más cercanos para encontrar comida y, por la noche, dormía entre cartones.

Ahora, años más tarde, tiene una vida decente. Vive solo en un pisucho de periferia con un perro. También le acompaña una sonrisa. Una sonrisa que no se le borra ni mientras duerme.

Y pensarás... ¿por qué está tan feliz después de todo lo que le ha tocado pasar?
Resulta que, lo que no te mata, te hace más fuerte, y este chico se ha hecho muy fuerte. Y de ahí su sonrisa, de su gran fuerza, que si el mundo te jode, destrozale tú a él con tu sonrisa. Me atrevo a decir que las personas que peor lo han pasado en su vida son las que más sonríen, y en este caso está más que demostrado.

Que no hay nada mejor que ver a alguien sonreír, joder.

lunes, 26 de enero de 2015

Espejismo.

Otra noche más aquí, al frente de una pantalla viendo cómo los minutos pasan. Y es que empieza a ser monotonía mirar el reloj y ver pasar las horas, pero cada noche es igual, todo es la misma mierda, quien tiene que estar no está, y yo, sobro.
Me sobra espacio en la habitación, me sobran huecos por todas partes, me sobra parte de la cama, me sobra oxígeno incluso.
Me sobran recuerdos, me sobran canciones, me sobran pensamientos y me sobran las ganas, muchas ganas. De tenerte aquí conmigo, y todo lo que eso conlleva.
Pero, ¿por qué no vienes?, ¿qué te lo impide?, ¿acaso no me necesitas?, ¿acaso no te mueres por mis huesos?, ¿ni por mi piel?
Bueno, no lo sé... en realidad no lo sé... quizá soy yo quien se muere por tus huesos y por tu piel, y tú... tú solo eres un espejismo.